Arthur Conan Doyle, con título de honor de Sir, es seguramente el más extraordinario y reconocido escritor de cuentos policiales que haya generado la literatura. Nació en Edimburgo, Escocia, en 1859 y su fallecimiento data de 1930 en Sussex, Inglaterra. Los relatos policiales protagonizados por el famoso Sherlock Holmes son sinónimo del autor. Conan Doyle y Sherlock Holmes parecen, y posiblemente no sea esto un error, una misma cosa; inseparables como las dos caras de una moneda, ligados desde su creación en 1887 cuando en la obra Estudio en escarlata aparece el detective y su segundo incondicional John Watson por primera vez. Desde entonces, la relación entre escritor y su personaje marcharon juntos hasta hoy y marcharán juntos por muchas generaciones más.
Entre tanta genialidad, y como quien no quiere la cosa, Sir Arthur escribió sobre una de sus pasiones, el boxeo. Y lo reflejó en varios cuentos imperdibles para los amantes de las letras y los puños. Estos relatos se publicaron en varias oportunidades y antológicamente agrupados bajo distintas denominaciones. El patrón de Croxley, El señor de Falconbridge, El matón de Brocas Court y La caída de lord Barrymore, son los títulos. Para el ojo detallista, casi enfermizo respecto al tema, de este cronista, La caída de lord Barrymore conduce a la novela interés de esta nota denominada Rodney Stone pues comparten protagonista: el fabuloso Sir Charles Tregellis.
En 1896 aparece a la luz Rodney Stone, una exquisita narración que un anciano llamado así, hace de sus recuerdos de adolescente que giran casi obsesivamente en torno al pugilismo. A puño limpio y sin límites de asaltos era el deporte por entonces; cada round terminaba cuando ocurría alguna caída y se contaban treinta segundos para retomar la lucha. Las inclemencias de la naturaleza no daban por terminada la contienda que podía prolongarse durante horas; el final de la pelea, en general, se daba cuando alguno de los deportistas no podía resistir más. En muchos condados de Inglaterra el pugilismo estaba prohibido y público, autoridades, representantes, estructuras y hasta los mismos atletas eran “corridos” por la ley hasta lugar habilitado que no era otra cosa que un aceptable terreno donde emplazar el nómade ring. Pero no es esta la oportunidad de contar Rodney Stone, nos ocupa la difusión de la obra y su obvia recomendación. Sí es interesante la figura del mencionado Sir Charles Tregellis que pasa de golpearse con lord Barrymore, en la caída de este último, a representar una imagen impecable y casi siempre imperturbable en Rodney Stone.
En español la Editorial Arte y Literatura Ciudad de la Habana, Cuba, lo publicó en su Colección Huracán en el año 1985 y agradecidos estamos los que con el idioma inglés por el momento mantenemos un conflicto.
Sir Charles Tregellis aconsejaba a cuanto personaje se le cruzaba por delante que para distinguirse de los demás había que tener sí o sí una “excentricidad”; él pregonaba e imponía modas referidas a la vestimenta, otros desarrollaban las más curiosas ocurrencias reflejadas en muchos pasajes de la novela. Traslademos el concepto a mundillo periodístico: ¿acaso no es otra cosa que la búsqueda de la originalidad?
Lectores, espero haberlo logrado.
Por Ariel Lomasto
lomastoariel@yahoo.com.ar
Gracias Ariel por sumarte. Vos sos Puño Loco
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